«Entonces es cuando escucho con los ojos, miro con los
oídos, dándome vuelta al corazón con la cabeza, sin romper la obediente marcha.
Pero ella viene ahí, sigue avanzando noche y día, conquistando mis huellas, mi
goteado sueño, incorporándose desvanecida luz, finadas sombras de gritos y
palabras.
Cuando por fin,
allá, concluido el instante de la última tierra, cumplida su conquista, seamos
uno en el hundirnos para siempre, preparado ese golfo de oscuridad abierta, irremediable,
quién sabe si a la derecha de otro nuevo camino, que como aquél también caminará
hacia el mar, me tumbaré bajo retamas blancas y amarillas a recordar, a ser ya todo
yo la total arboleda perdida de mi sangre.
Y una larga
memoria, de la que nunca nadie podrá tener noticia, errará escrita por los aires,
definitivamente extraviada, definitivamente perdida.»
Rafael Albertí.
La arboleda perdida.
Alianza Editorial.
La arboleda perdida.
Alianza Editorial.