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sábado, 10 de agosto de 2019

ALLÁ EN LAS INDIAS





LOS YUNGAS


«Los señores naturales de ellos fueron muy temidos antiguamente, y obedecidos por sus súbditos, y se servían con gran aparato, según su usanza, trayendo consigo indios truhanes y bailadores, que siempre los estaban festejando, y otros continuo tañían y cantaban. Tenían muchas mujeres, procurando que fuesen las más hermosas que se pudiesen hallar. Y cada señor en su valle tenía sus aposentos grandes con muchos pilares de adobes, y grandes terrados y otro portales cubiertos con esteras. Y en el circuito de esta casa había una plaza grande adonde se hacían sus bailes y areytos. Y cuando el señor comía, se juntaban gran número de gente, los cuales bebían de su brebaje hecho de maíz, o de otras raíces. En estos aposentos estaban porteros que tenían cargo de guardar las puertas, y ver quien entraba o salía por ellas. Todos andaban vestidos con sus camisetas de algodón y mantas largas, y las mujeres lo mismo, salvo que la vestimenta de la mujer era grande y ancha a manera de capuz, abierta por los lados, por donde sacaban los brazos. Alguno de ellos tenían guerra unos con otros, y en partes nunca pudieron los más de ellos aprender la lengua del Cuzco. Aunque hubo tres o cuatro linajes de generaciones de estos yungas, todos ellos tenían unos ritos y usaban unas costumbres. Gastaban muchos días y noches en sus banquetes y bebidas. Y cierto, cosa es grande la cantidad de vino o chicha que estos indios beben, pues nunca dejan de tener el vaso en la mano. Solían hospedar y tratar muy bien a los españoles que pasaban por sus aposentos y recibirlos honradamente, ya no lo hacen así, porque luego que los españoles rompieron la paz, y contendieron en guerra unos con otros, por los malos tratamientos que les hacían fueron aborrecidos de los indios, y también porque algunos de los gobernadores que han tenido les han hecho entender algunas bajezas tan grandes que ya no se precian de hacer buen tratamiento a los que pasan, pero presumen de tener por mozos a algunos de los que solían ser señores. Y esto consiste y ha estado en el gobierno de los que han venido a mandar, algunos de los cuales ha parecido grave la orden del servicio de acá, y que es opresión y molestia a los naturales sustentarlos en las costumbres antiguas que tenían, las cuales si las tuvieran, ni le quebrantaban sus libertades, ni aun los dejaban de poner más cercanos a la buena policía y conversión. Porque verdaderamente pocas naciones hubo en el mundo a mi ver que tuvieron mejor gobierno que los Ingas. Salido del gobierno yo no apruebo cosa alguna antes lloro las extorsiones y malos tratamientos, y violentas muertes que los españoles han hecho en estos indios, obrados por su crueldad, sin mirar su nobleza y la virtud tan grande de su nación. Pues todos los más de estos valles están ya casi desiertos, habiendo sido en lo pasado tan poblados como muchos saben.»

Pedro de Cieza de León.

Crónica del Perú.