LOS YUNGAS
«Los señores naturales de
ellos fueron muy temidos antiguamente, y obedecidos por sus súbditos, y se
servían con gran aparato, según su usanza, trayendo consigo indios truhanes y
bailadores, que siempre los estaban festejando, y otros continuo tañían y cantaban.
Tenían muchas mujeres, procurando que fuesen las más hermosas que se pudiesen
hallar. Y cada señor en su valle tenía sus aposentos grandes con muchos pilares
de adobes, y grandes terrados y otro portales cubiertos con esteras. Y en el
circuito de esta casa había una plaza grande adonde se hacían sus bailes y
areytos. Y cuando el señor comía, se juntaban gran número de gente, los cuales
bebían de su brebaje hecho de maíz, o de otras raíces. En estos aposentos
estaban porteros que tenían cargo de guardar las puertas, y ver quien entraba o
salía por ellas. Todos andaban vestidos con sus camisetas de algodón y mantas
largas, y las mujeres lo mismo, salvo que la vestimenta de la mujer era grande
y ancha a manera de capuz, abierta por los lados, por donde sacaban los brazos.
Alguno de ellos tenían guerra unos con otros, y en partes nunca pudieron los
más de ellos aprender la lengua del Cuzco. Aunque hubo tres o cuatro linajes de
generaciones de estos yungas, todos ellos tenían unos ritos y usaban unas costumbres.
Gastaban muchos días y noches en sus banquetes y bebidas. Y cierto, cosa es
grande la cantidad de vino o chicha que estos indios beben, pues nunca dejan de
tener el vaso en la mano. Solían hospedar y tratar muy bien a los españoles que
pasaban por sus aposentos y recibirlos honradamente, ya no lo hacen así, porque
luego que los españoles rompieron la paz, y contendieron en guerra unos con
otros, por los malos tratamientos que les hacían fueron aborrecidos de los
indios, y también porque algunos de los gobernadores que han tenido les han
hecho entender algunas bajezas tan grandes que ya no se precian de hacer buen
tratamiento a los que pasan, pero presumen de tener por mozos a algunos de los
que solían ser señores. Y esto consiste y ha estado en el gobierno de los que
han venido a mandar, algunos de los cuales ha parecido grave la orden del
servicio de acá, y que es opresión y molestia a los naturales sustentarlos en
las costumbres antiguas que tenían, las cuales si las tuvieran, ni le
quebrantaban sus libertades, ni aun los dejaban de poner más cercanos a la
buena policía y conversión. Porque verdaderamente pocas naciones hubo en el
mundo a mi ver que tuvieron mejor gobierno que los Ingas. Salido del gobierno
yo no apruebo cosa alguna antes lloro las extorsiones y malos tratamientos, y
violentas muertes que los españoles han hecho en estos indios, obrados por su
crueldad, sin mirar su nobleza y la virtud tan grande de su nación. Pues todos
los más de estos valles están ya casi desiertos, habiendo sido en lo pasado tan
poblados como muchos saben.»
Pedro
de Cieza de León.
Crónica
del Perú.