Recordé el consejo que
me había dado el alcalde de Bruchsal, y en cuanto llegué a aquel pueblecito
busqué al Bürgermeister («burgomaestre»). Le encontré en el Gemeindeamt
(«oficina municipal»), donde redactó una nota. La presenté en la hostería: me
daba derecho a una cena y una jarra de cerveza, una cama para pasar la noche,
pan y un tazón de café por la mañana, todo ello a cuenta de la parroquia. Ahora
me parece asombroso, pero tal era el trato que me daban, y nunca lo hacían
rezongando; siempre era objeto de una bienvenida amistosa. No sé cuántas veces
me aproveché de esa costumbre generosa y, al parecer, muy antigua, que se
mantenía en Alemania y Austria, tal vez superviviente de una añeja prestación
caritativa de ayuda a estudiantes errantes y peregrinos, ahora extendida a
todos los viajeros pobres.
Patrick
Leigh Fermor.