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martes, 30 de octubre de 2018

ALLÁ EN LAS INDIAS





LAMPUNAS Y CHONOS


       “Saliendo, pues, de la ciudad de Guayaquil para la mar en una marea o poco más, menguante, se llega a la isla Lampuna, cuyo nombre corrompido llaman la Puna, cuyos indios fueron belicosos mucho; comían carne humana; era bastantemente poblada. Produce oro y mucha comida; toda su costa es abundantísima de pescado. Produce también cantidad de sabandijas ponzoñosas, culebras, víboras y otros animales; por la costa della, particular la que mira la tierra, se ven muchos caimanes; dista de la tierra firme poco más de ocho leguas. Estos indios se comieron al primer obispo que hobo en estos reynos, llamado Fray Vicente de Valverde, religioso de nuestra sagrada Orden, con otros españoles; fue obispo de más tierra que ha habido en el mundo, porque desde Panamá hasta Chile se prolongaba por mar y por tierra su obispado. Era fama en aquella isla haber un tesoro riquísimo que los indios tenían escondido; despachóle el Marqués Pizarro desde la ciudad de Los Reyes con poca gente para que lo descubriese y sacase; los indios eran recién conquistados; los cuales, recibiendo a nuestro obispo y a los que con él iban, de paz, y sabiendo a lo que venían, los descuidaron, y descuidados dan en ellos, mátanlos y cómenselos; por esto son afrentados de los indios comarcanos, llamándoles perros Lampuna, come obispo. Estos indios son grandes marineros, tienen balsas grandes de madera liviana, con las cuales navegan y se meten en la mar a pescar muchas leguas; vienen a Guayaquil con ellas cargadas de pescado, lizas, tollos, camarones, etc., y suben al desembarcadero que dejamos dicho del rio de Guayaquil; cuando en este rio se encuentran estos indios con los Chonos, se afrentan los unos a los otros; los Chonos dícenles; «¡ah!, perro Lampuna, come obispo!» Los Lampunas: «¡ah!, perro Chono, cocotarro!»; notándolos del vicio nefando; ésto vi y oí.”


Reginaldo Lizárraga. 
Descripción Colonial.

viernes, 26 de octubre de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






       EN UN CAFÉ


He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.


Carlos Edmundo de Ory

lunes, 22 de octubre de 2018

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




LA MUERTE DE MI PADRE


19 de junio de 1897

"Al llegar a la casa veo a mamá en la calle. Grita:«¡Jules! ¡Oh, Jules!». Oigo: «¿Por qué se ha encerrado con llave?». Parece una loca. Un poco más nervioso que antes, trato de abrir la puerta. Imposible. Llamo: no responde. No adivino nada. Imagino que se encuentra mal, o que está en el jardín. Doy unos golpes con el hombro, y la puerta cede.Humo y olor a pólvora. Grito: 
--¡Oh! ¡Papá, papá! ¿Qué has hecho? ¡Oh, oh!
Y sin embargo, aún no me lo creo: ha querido gastarnos una broma. Y no creo en su rostro blanco, en su boca abierta, en esa mancha negra, ahí, junto al corazón.
Borneau, que volvía de Corgigny, y que entró el segundo en la habitación, me dice:
--¡Hay que perdonarle! Este hombre sufría demasiado.
¿Perdonar qué? ¡Vaya idea! Al fin comprendo, pero no siento nada. Voy al patio y le digo a Marinette, que ha levantado a mamá del suelo:
--¡Se acabó! ¡Ven!
Entra, tiesa, toda pálida, y mira de hurtadillas hacia la cama. Se ahoga. Se suelta el corsé. Puede llorar. Refiriéndose a mi madre, dice:
--No la dejéis entrar. Está como loca.
Me quedó a solas con él. Está echado sobre la espalda, las piernas extendidas, el busto inclinado, la cabeza caída, la boca y los ojos abiertos. La escopeta entre las piernas y el bastón entre la cama y la pared. Las manos, libres, dejaron caer la escopeta y el bastón. Aún estaban calientes sobre la sábana, no crispadas. Un poco más arriba de la cintura, una mancha negra, algo como una pequeña hoguera apagada."

Jules Renard. 
Diario. 
Penguin Random House Grupo Editorial.

jueves, 18 de octubre de 2018

OBITER DICTUM





“Así se me quedó grabada esa, mi primera visión de la burguesía durante la Revolución: las orejas, ocultas bajo los gorros, las almas, ocultas tras los abrigos, las cabezas, ocultas en los cuellos, los ojos, ocultos tras los cristales. Una enceguecedora – al encenderse la cerilla – visión del pellejo.”


Marina Tsvietáieva

lunes, 15 de octubre de 2018

OBITER DICTUM





«El atrio enverjado del costado poniente dejaba ver un jardín lateral con el mercado de flores, anexo sobre la calle de las Escalerillas. Ramos de claveles, manojos de rosas recién abiertas, refrescadas con finas gotas de agua que semejan el rocío; gardenias de carne blanca y aroma intenso, violetas fragantes, amapolas como llamas, lirios de rojo y gualda o de azul violáceo, begonias en macetas, tulipanes vistosos, pensamientos aterciopelados, dalias cárdenas, crisantemos y azucenas; flora de todos los climas gracias a la meseta sin estaciones y a la inexhausta fecundidad de la costa inmediata.»

José Vasconcelos.

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






Han instalado el cinematógrafo en cubierta. Pasan un film musical en colores. Están los españoles de la orquesta, el borracho hablando de cummings y de su novia en Teherán, creo que el de las llaves.

El cocinero dijo: “el Adana pasará entre las ensalada y el postre”.

Se dijeron adiós mientras tocaban el himno. Quedó el olor de los pasteles quemados.

Se me hizo tarde.


Severo Sarduy.

viernes, 12 de octubre de 2018

OBITER DICTUM






Recordé el consejo que me había dado el alcalde de Bruchsal, y en cuanto llegué a aquel pueblecito busqué al Bürgermeister («burgomaestre»). Le encontré en el Gemeindeamt («oficina municipal»), donde redactó una nota. La presenté en la hostería: me daba derecho a una cena y una jarra de cerveza, una cama para pasar la noche, pan y un tazón de café por la mañana, todo ello a cuenta de la parroquia. Ahora me parece asombroso, pero tal era el trato que me daban, y nunca lo hacían rezongando; siempre era objeto de una bienvenida amistosa. No sé cuántas veces me aproveché de esa costumbre generosa y, al parecer, muy antigua, que se mantenía en Alemania y Austria, tal vez superviviente de una añeja prestación caritativa de ayuda a estudiantes errantes y peregrinos, ahora extendida a todos los viajeros pobres.

Patrick Leigh Fermor.

miércoles, 10 de octubre de 2018

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






AZULES PAPELILLOS


         “Todas las noches contemplo en un extremo de la mesa donde se juega más fuerte a un fantasma blanco e inmóvil. Es un jeque de Argel. Pálido con una palidez de hostia, entre la blancura de sus tocas y la orla nevada de su barba, el viejo jeque parece una figura de cera. Sus ojos brillan, inmóviles, como si fuesen de vidrio, fijos en las manos del banquero. Esa frialdad musulmana, desdeñosa y altiva, que permite a los árabes contemplar impasibles las mayores grandezas de nuestra civilización, mantiene al venerable moro inmóvil y sin pestañear. Pierde, pierde siempre, y su vida parece concentrarse en sus manos, que se ocultan bajo las blancas vestiduras, escarabajean en el sitio donde la Legión de Honor se marca como una gota de sangre sobre el nítido albornoz, y vuelven a crujir, estrujando azules papelillos que arrojan ante ellas.
         ¡Pobre jeque!... Veo praderas abrasadas por el sol junto a un riachuelo africano casi seco. Los grupos de palmeras se destacan en negro sobre el horizonte rojo y oro de la tarde. Los perros flacos y lanudos ladran y corretean en torno de las tiendas; las mujeres, con el rostro cubierto por un trapo blanco, van y vienen, llevando sobre su cabeza un cántaro derecho o hunden sus brazos gordos y tostados en la harina amasada, preparando el pan para el día siguiente y haciendo sonar a cada movimiento los pesados brazaletes de cobre. Los pequeñuelos panzudos, de color de ladrillo, con la cabeza rapada y un pincel de pelos en el cogote, corren persiguiendo a los saltamontes. El jefe está ausente; el amo se fue, y una tristeza de orfandad pesa sobre la tribu. El médico del inmediato puesto militar le recomendó unas aguas maravillosas de la lejana Francia, país de maravillas, y allá vive el gran jefe, mientras el campamento parece más solo, más triste. ¡Están lejos los días en que los hombres de la tribu hacían galopar sus caballos y disparaban sus fusiles en alborozada fantasía, para recibir al personaje de quepis rojo, que en nombre del gobernador general de Argel colocó sobre el pecho del jefe la cinta encarnada con la estrella de cinco puntas, motivo de envidia y respeto para las demás tribus del contorno!...”


Vicente Blasco Ibáñez. 
Oriente. 
Sempere y Compañía Editores.

domingo, 7 de octubre de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





    το διπλανό tραπέζι


Θάναι μόλις είκοσι δυο ετών.
Κι όμως εγώ είμαι βέβαιος που, σχεδόν τα ίσα
χρόνια προτήτερα, το ίδιο σώμα αυτό το απήλαυσα.

Δεν είναι διόλου έξαψις ερωτισμού.
Και μοναχά προ ολίγου μπήκα στο καζίνο·
δεν είχα ούτε ώρα για να πιώ πολύ.
Το ίδιο σώμα εγώ το απήλαυσα.

Κι αν δεν θυμούμαι, πού ένα ξέχασμά μου δεν σημαίνει.

A τώρα, να, που κάθησε στο διπλανό τραπέζι
γνωρίζω κάθε κίνησι που κάμνει κι απ τα ρούχα κάτω
γυμνά τ αγαπημένα μέλη ξαναβλέπω.

Konstantino Kavafis.

sábado, 6 de octubre de 2018

OBITER DICTUM






«Otro foco activo de antisemitismo es Rumania. Este país contiene igualmente una fuerte minoría israelita. Las persecuciones han causado un éxodo. Una gran parte de los inmigrantes que afluyen a Palestina proceden de Rumania. El número de israelitas que quedan en Rumania se acerca, sin embargo, a 755,000. Como en toda Europa, los hebreos componen en Rumania un estrato urbano. Y, en Rumania como en otras naciones de Europa Oriental, la legislación y la administración se inspiran principalmente en los intereses de las clases rurales. No por esto los judíos son menos combatidos dentro de las ciudades, demasiado saturadas naturalmente de sentimiento campesino. El nacionalismo y el conservantismo rumanos no pueden perdonarles la adquisición del derecho de ciudadanía, el acceso a las profesiones liberales. El odio antisemita monta su guardia en las universidades. Se encarniza contra los estudiantes israelitas. Reclama la adopción del Numerus Clausus, que consiste en la restricción al mínimo de la admisión de israelitas en los estudios universitarios.»


José Carlos Mariategui

martes, 2 de octubre de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA


PEQUEÑO POEMA INFINITO


Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no mata dos gallos en un segundo
la luz que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben volar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.

                                                           Federico García Lorca