El
ejercicio sistemático del terror de Estado dista con mucho de ser un invento
bolchevique; sus antecedentes se remontan a los jacobinos franceses. Aun así,
la diferencia entre la práctica jacobina y la de los bolcheviques es tan abismal
en este sentido que bien puede concederse a estos últimos el mérito de haber
inventado el terror. Baste con decir que la Revolución francesa culmino con el
terror, mientras que la rusa comenzó con él. Al primero se lo ha tildado de «un
breve paréntesis», un hecho «a contracorriente» dentro de la tendencia general; el Terror Rojo constituyó desde un principio un elemento fundamental del
régimen, que aunque experimentó oscilaciones, nunca desapareció del todo, planeado
como un nubarrón oscuro y permanente sobre la Revolución rusa.
Richard Pipes.