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domingo, 27 de mayo de 2018

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL FUTURO DE ALEMANIA


        “En Alemania ya había empezado la persecución de los judíos. Los demás pasajeros me observaban sorprendidos mientras, yo, tranquilamente sentado, masticaba la matzá. Era un día cálido y soleado, y si no hubiese sido por las banderas con la cruz gamada, nadie habría advertido que el país se hallaba en manos de un dictador salvaje. Se veían familias alemanas almorzando en las galerías de sus casas. Sus rostros parecían afables. Las calles de las ciudades y pueblos por donde pasaba el tren estaban limpias y casi desiertas. En un asiento alguien había dejado un periódico en alemán, y en él leí un exaltado artículo acerca de Hitler; sobre lo que ya había logrado y lo que haría por Alemania en el futuro.”


Isaac Bashevis Singer. 
Amor y exilio. 
Ediciones B.

viernes, 25 de mayo de 2018

OBITER DICTUM






   BAJO UN VIEJO TECHO


Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
y el niño enterrado en mí renace en mi sueño,
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble,
y mira lleno de miedo hacia la ventana,
pues sabe que ninguna estrella resucita.

Esa noche oí caer las nueces desde el nogal,
escuché los consejos del anciano reloj,
supe que el viento vuelca una copa del cielo,
que las sombras se extienden,
y la tierra las bebe sin amarlas,
pero el árbol de mi suelo sólo daba hojas verdes
que maduraban en la mañana con el canto del gallo.

Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
pero sé que no hay mañanas, y no hay cantos de gallos;
no quiero escuchar las palabras del reloj enfermo,
abro los ojos, para no ver reseco el árbol de los sueños,
y bajo él, la muerte que me tiende la mano.

Jorge Teillier.

jueves, 24 de mayo de 2018

ALLÁ EN LAS INDIAS





AL PARTIR LA TIERRA II


«Y pues está a tiempo de obrar, le convendrá tener particular cuidado después de haber poblado con aplauso de los señores de la tierra. Las estancias que diere para sembrar y criar ganados a los españoles, sean sin perjuicio de los naturales. Y para repartir y encomendar los indios convendrá mucho que antes que lo haga, tenga llana la tierra y muy trillada y hecha la descripción general de los señores que la gobernaban al tiempo que la entraron y por minuta y lista tomados sus nombres sin que se oculte ninguno, y con artificio y regalo hará que den la cuenta de todos sus sujetos y principales: y la descripción de como queda dicho habrán hecho al correr de la tierra, y que digan unos caciques de otros. Y en el pueblo y ciudad se hará la propia diligencia, y hecha, nuestro caudillo repartirá por provincias, dividiendo y apartando e incluyendo en cada una los señores que cómodamente quedaren dentro de ella, y luego numerará los indios, habiendo numerado los señores que los sujetan, y así juntará toda la suma, y visto el número considerará las granjerías de la tierra, si hay perlas, oro, o piedras de precio, o si se ha de tratar de sola industria, como es hacer ingenios de azúcar, obrajes, ganados, sementeras y otras cosas de menos valor: y con esta consideración repartirá la tierra y señalará los indios, más o menos, conforme los aprovechamientos que hubiere en cada provincia; y hecho este discurso y consideración y que no le sea cosa oculta en la tierra, apuntará y encomendará los indios, por sus pueblos, o caciques, capitanes y principales: o por casas, o por cabezas, o parentelas, o valles, conforme la tierra y su disposición ofreciere: considerando también de los españoles la cantidad y méritos; y así, a unos más y a otros menos, pesando y midiendo el valor de cada uno y la sustancia de los indios, porque en un valle o sitio valdrán más cuatro que en otro ocho.


Bernardo de Vargas Machuca. 
Milicia Indiana.

miércoles, 23 de mayo de 2018

OBITER DICTUM


 

«Ante mis ojos deslumbrados por una terrible realidad, desfila el cadáver de Prim saliendo de Buenavista para ser conducido a la iglesia de Atocha, y al siguiente día la gallarda figura de Amadeo de Saboya, que después de contemplar en la basílica el cadáver del caudillo, entraba a caballo en Madrid para dirigirse a jurar la Constitución ante las Cortes.»


Benito Pérez Galdós.

domingo, 20 de mayo de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






TU SEI COME UNA TERRA


Tu sei come una terra
che nessuno ha mai detto.
Tu non attendi nulla
se non la parola
che sgorgherà dal fondo
come un frutto tra i rami.
C’è un vento che ti giunge.
Cose secche e rimorte
t’ingombrano e vanno nel vento.
Membra e parole antiche.
Tu tremi nell’estate.


                Cesare Pavese

sábado, 19 de mayo de 2018

OBITER DICTUM










El ejercicio sistemático del terror de Estado dista con mucho de ser un invento bolchevique; sus antecedentes se remontan a los jacobinos franceses. Aun así, la diferencia entre la práctica jacobina y la de los bolcheviques es tan abismal en este sentido que bien puede concederse a estos últimos el mérito de haber inventado el terror. Baste con decir que la Revolución francesa culmino con el terror, mientras que la rusa comenzó con él. Al primero se lo ha tildado de «un breve paréntesis», un hecho «a contracorriente» dentro de la tendencia general; el Terror Rojo constituyó desde un principio un elemento fundamental del régimen, que aunque experimentó oscilaciones, nunca desapareció del todo, planeado como un nubarrón oscuro y permanente sobre la Revolución rusa.

Richard Pipes.

miércoles, 16 de mayo de 2018

OBITER DICTUM






8 de septiembre de 1920

        “Por eso, si las sucias aguas del mundo lamen los escalones de su templo, cierre la puerta y confórmese con reír. Y dígase que no fue en balde haber entrado en el templo. No se encolerice. Siga siendo el santo del templo y… quédese en Alemania. En todas partes hay basura, pero no predicadoras tan entusiastas y sabidillas como esta su devota.”


Hedwig Born.

sábado, 12 de mayo de 2018

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EN IRÚN


            “La mitad del puente sobre el Bidasoa pertenece a Francia, la otra mitad a España; se puede tener un pie en cada reino, lo cual resulta muy majestuoso: aquí, el gendarme grave, honrado, serio, el gendarme gozoso de haber sido rehabilitado en los Los Franceses de Curmer, por Eduardo Ourliac; allí, el soldado español, vestido de verde y saboreando en la verde hierba las dulzuras y las malicias del descanso, con un feliz descuido. Al extremo del puente se entra de lleno en la vida española y en el color local. Irún no se parece en nada a un pueblo francés; los tejados de las casas avanzan en abanico; las tejas, alternativamente convexas y cóncavas, forman una especie de almenaje de un aspecto extraño y morisco. Los balcones, muy volados, son de herraje antiguo, tan cuidadosamente forjado, que asombra en un pueblo olvidado como Irún, y que supone una gran riqueza desaparecida. Las mujeres se pasan el día en estos balcones, a los que da sombra una tela rayada de varios colores, y que parecen otras tantas habitaciones aéreas adosadas el cuerpo del edificio; los dos lados del balcón quedan sin cortina y dan paso a la fresca brisa y a las miradas ardientes; por lo demás, no busquéis allí tintes pardos y culotados –perdón por el término--, los tonos de hollín y de pipa vieja que podía esperar un pintor; todo está blanqueado con cal, al estilo árabe; pero el contraste de este color de yeso con el pardusco y obscuro de las vigas, los tejados y el balcón, no deja de producir un buen efecto.
         Los caballos nos abandonaron en Irún. Allí hubieron de enganchar al coche diez mulas esquiladas hasta la mitad del cuerpo, mitad pellejo, mitad pelo, como esos trajes de la Edad Media que parecen dos mitades de trajes distintos cosidos al azar; estos animales así esquilados tienen un aspecto raro y parecen de una delgadez aterradora, pues tal denudación permite estudiar a fondo su anatomía, los huesos, los músculos y hasta las venas más insignificantes; con su cola pelada y sus orejas puntiagudas parecen enormes ratones. Además de las diez mulas, nuestro personal se aumentó con un zagal y dos escopeteros provistos de trabuco. El zagal es una especie de correo, de soto-mayoral, que engalga las ruedas de las bajadas peligrosas, que vigila los arneses y los frenos, que activa los relevos y ejecuta en torno del coche el papel de hombre oficioso, con mucha eficacia. El traje del zagal es precioso, de una elegancia y una ligereza extremas: lleva un sombrero puntiagudo, adornado con bandas de terciopelo y madroños de seda; una chaquetilla color castaño o tabaco, con las bocamangas y el cuello de trozos de diferentes colores –azul, blanco y rojo, por lo general--, y un gran arabesco de botones de filigrana, y por calzado unas sandalias, sujetas con cuerdecillas, añadid a esto una faja roja y una corbata de colorines, y tendréis una figura característica del todo. Los escopeteros son guardias, miqueletes destinados a escoltar el coche y asustar a los rateros –así se llama a los ladrones de menor cuantía--, que no resistirían a la tentación de desvalijar a un viajero aislado, pero a quienes la vista edificante del trabuco les basta para tenerlos a raya y pasan saludando con el sacramental: Vaya usted con Dios. El traje de los escopeteros es poco más o menos como el del zagal, pero menos coquetón, menos adornado. Se colocan en la imperial, a la trasera del coche, y así dominan todo el campo. En la descripción de nuestra caravana habíamos olvidado mencionar un postillón minúsculo montado en un caballo, que marcha a la cabeza del convoy y es el que da el impulso a todo el tiro.
         Antes de partir hubo que hacer visar de nuevo nuestros pasaportes, ya bastante emborronados. Mientras se realizaba esta importante operación, tuvimos tiempo de echar una ojeada a la población de Irún, que no ofrece otro rasgo de particular sino que las mujeres llevan los cabellos, notablemente largos, recogidos en una sola trenza, que les cuelga hasta los riñones; los zapatos son allí cosa rara, y más aún las medias.
         Un ruido extraño, inexplicable, ronco espantoso y risible me zumbaba en los oídos hacía algún tiempo; hubiérase dicho que procedía de grajos desplumados vivos, de chicos azotados, de gatos en celo, de sierras que quisieran cortar una piedra dura, de calderos raspados, de goznes de cárcel enmohecidos y obligados a soltar a su prisionero. Yo creía, que por lo menos, que se trataba de una princesa degollada por algún nigromante enfurecido, y no era sino una carreta que subía por una calle de Irún, y cuyas ruedas chirriaban de un modo horrible, a causa de no estar engrasadas, sin duda porque el carretero prefería poner la grasa en su sopa.”


Theophile Gautier. Viaje por España. Editorial Calpe.

martes, 8 de mayo de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



APUNTE CALLEJERO


       En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.

       Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...

       Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.


Oliverio Girondo

domingo, 6 de mayo de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




COPLILLA DESPUÉS DEL 5º BOURBON

Pensaba que sólo habría
sombra, silencio, vacío.
Y murió. Estaba en lo cierto.
El mismo Dios se lo dijo.


            José Hierro

jueves, 3 de mayo de 2018

OBITER DICTUM






     “La fascinación que el futuro ejerce sobre el utopista no tiene nada que ver con la previsión racional. Considerada bajo este aspecto, la violencia que el utopismo alimenta se parece mucho al amor común de una metafísica evolucionista, de una filosofía histérica de la historia, ansiosa de sacrificar el presente a los esplendores del futuro e inconsciente de que su principio llevaría a sacrificar cada período futuro particular en aras de otro posterior a él; e igualmente inconsciente de la verdad trivial de que el futuro último del hombre –sea lo que fuere lo que el destino le depara—no puede ser nada más esplendido que su extinción final.”


Karl Popper