LA VENGANZA DE GURGIO
«Armó tres navíos con doscientos soldados y ochenta
marineros, y por Agosto de 1567 se hizo a la vela, y habiendo persuadido a su
gente en el camino, cuando, por la ruta que seguía, advirtieron el engaño,
llegó al río Mayo o de San Mateo, sin que los españoles, que los vieron,
sospecharan que fuesen enemigos, y trabando amistad con Saturiba y otros
caciques, ayudado por su compatriota Pedro Bren, que desde el año de 1565 estaba
con Saturiba, infundiéndole odio contra los españoles, industriándole y a los
demás caciques, por si llegaba en algún tiempo esta ocasión, concertó la manera
de llevar adelante su venganza.
En
tanto que esta traición se tramaba en la Florida, intentóse en la Corte hacer
novedad en los oficiales reales que había nombrado el Adelantado y aprobado el
Rey, proveyendo estos empleos en los que no habían servido en aquella jornada,
lo cual le hizo acudir a S. M. representándole los motivos que aconsejaban no se
hiciese novedad en esto, y en efecto, nada se hizo.
En el
mes de Abril de 1568 empezaron los franceses, mandados por Gurgio y ayudados
por Saturiba, otros caciques y sus indios de guerra, a poner en práctica su
venganza contra los españoles, tomó a éstos, a pesar de su desesperada
resistencia, por sorpresa, un fuerte que tenían en la ribera derecha y en la
boca del río Sarrabahía, y después el de San Mateo, donde los franceses hablan
tenido antes el fuerte de Charlefort, que les tomó el Adelantado, matando a
muchos defensores, de los que sólo pudieron salvarse unos pocos, y entre ellos
el Gobernador de San Mateo, Gonzalo de Villarroel. Gurgio saqueó este último
fuerte con el mayor rigor, e hizo ahorcar de los árboles cercanos a todos los
españoles prisioneros, poniendo un letrero que decía: «No por españoles, sino
por traidores y homicidas»; por que fingen que Pedro Menéndez, cuando hizo
ajusticiar a los hugonotes, puso otro que decía: «No por franceses, sino por
luteranos»; y después de estas hazañas y de robar toda la artillería que pudo,
temiendo Gurgio que los españoles volviesen sobre él, se embarcó a tres de mayo
del mismo año 1568, y el seis de Junio llegó a la Rochela, sin que pudiesen
alcanzarle unos navíos españoles que en el camino le siguieron. Desde allí pasó
a Burdeos la artillería robada, habiendo perdido, además de los que perecieron
en los asaltos, ocho hombres y un navío; pero lejos de hallar en la Corte el
aplauso y premio que esperaba, fue perseguido para entregarle al Embajador de
España y debió su salvación a la protección que los herejes le dispensaban.»
Gonzalo Solís.
Pedro Menéndez de Avilés.
Pedro Menéndez de Avilés.