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domingo, 29 de mayo de 2016

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





CREER O NO CREER


«Durante muchos años hemos formado parte de una organización de masas forjadas en la disciplina ciega, en la obediencia sumisa, en la intransigencia apasionada, en la intolerancia fanática que, impermeables a todo otro razonamiento, tienen como único norte el de la defensa de la URSS Romper con lo que se ha amado entrañablemente, hacer añicos con nuestras propias manos los ídolos por ella creados, ídolos que llenaban por completo nuestra alma, no es un proceso fácil; es, por el contrario, un proceso lento, penoso, cruel. Dejar de creer en lo que se ha creído presupone un periodo de crisis donde las mentiras aceptadas como verdades luchan contra verdades que se nos figuraban mentiras. Es un forcejeo entre el ideal que se desploma y la conciencia que se resiste a la catástrofe espiritual. El hombre necesita creer por ese horror instintivo a la nada espiritual que le deshumaniza. Por temor a ese vacío opta por seguir aferrado a la ilusión muerta. O prefiere una fe endeble a no tener ninguna. Quien de la noche a la mañana se declara ateo es que nunca ha creído en Dios.»

Jesús Hernández.
Yo fui un ministro de Stalin.
Gregorio del Toro.

viernes, 27 de mayo de 2016

OBITER DICTUM






“Cualquiera que sea nuestro grado de cultura, si no reflexionamos intensamente sobre la muerte, no seremos más que nulidades. Un gran sabio que no sea más que eso es muy inferior a un analfabeto obsesionado por los grandes interrogantes. En general, la ciencia embrutece los espíritus reduciendo su conciencia metafísica.”

E.M. Cioran

miércoles, 25 de mayo de 2016

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




CALVO QUE NO QUIERE ENCABELLARSE


Pelo fue aquí, en donde calavero;
calva no sólo limpia, sino hidalga;
háseme vuelto la cabeza nalga:
antes greguescos pide que sombrero.

Si, cual Calvino soy, fuera Lutero,
contra el fuego no hay cosa que me valga;
ni vejiga o melón que tanto salga
el mes de agosto puesta al resistero.

Quiérenme convertir a cabelleras
los que en Madrid se rascan pelo ajeno,
repelando las otras calaveras.

Guedeja réquiem siempre la condeno;
gasten caparazones sus molleras:
mi comezón resbale en calvatrueno. 


Francisco de Quevedo.

viernes, 20 de mayo de 2016

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



CON EL REAL DE A OCHO


        “Los chinos nunca acuñaron monedas de oro o de plata. A diferencia de los estados de Europa, el imperio chino tuvo desde su fundación un sistema monetario compuesto solamente de monedas de bronce. Ni monedas de oro ni monedas de plata. Las monedas de bronce eran adecuadas para pagar las pequeñas transacciones locales y los salarios diarios, pero no eran adecuadas para las transacciones de cierta importancia, para las compras al por mayor ni para los intercambios internacionales. Para los pagos relacionados con este otro tipo de transacciones, se recurría necesariamente a la plata. También se necesitaba plata para pagar las tasas; de ahí que, aunque en China, como ya se ha dicho no había monedas acuñadas en metal precioso, sin embargo, la plata circulaba en abundancia en forma de panes o de fragmentos de monedas. Cuando había que hacer un pago en plata, los chinos cortaban con las cizallas un lingote o una moneda como el real de a ocho en piezas del peso requerido, de modo que equivaliera al valor deseado. Dicho en otras palabras, la plata no era tratada como moneda sino como mercancía y, por lo tanto, a peso. Lo paradójico era que el real de a ocho era y seguía siendo la moneda preferida por los chinos, hasta tal punto que se llega a decir en un documento que los chinos estaban «enamorados» de los reales de a ocho, y es cierto que insistían para que los occidentales les pagasen en piezas de a ocho. Pero una vez obtenidos los tan deseados reales, no los ponían en circulación como moneda, porque, como ya se ha dicho, no existía en China la tradición de monedas corrientes fabricadas en metal precioso. Lo que hacían los chinos con las enormes cantidades de reales que llegaban a reunir era fundirlos para hacer lingotes, o bien cortarlos con las cizallas en piezas del tamaño adecuado a la suma que debían pagar.”


Carlo M. Cipolla. La Odisea de la plata española. Editorial Crítica.

lunes, 16 de mayo de 2016

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




SOBRE VERLAINE


“Paul Verlaine murió hace pocos días, no en el hospital como han de suponer algunos de sus admiradores americanos, sino en una casita del Barrio Latino, muy modesta, muy limpia y muy burguesa. Murió tranquilamente, sin sufrimientos, sin desesperaciones, casi sin agonía, entre los brazos de una musa compasiva que quiso endulzar los últimos años del poeta con sus caricias maduras.

Yo conocí a Verlaine hace seis años y según creo la primera vez que de él se habló en español fue cuando se publicó en Madrid mi folleto titulado Esquisses.
¡Pobre "Lelian"! Mi artículo sobre su vida y sus obras le pareció verdaderamente desagradable como lo prueba la siguiente carta de Alejandro Sawa:

"París: enero de 1891.

Querido Enrique:

He entregado  a Verlaine el ejemplar de  tu libro que para él me envías. ¿Debo decirte la impresión que  le  ha  producido? No lo sé; pero como creo que si esto te apena, más te apenaría aún no saber la verdad, paso por encima de todas las consideraciones que pudieran cerrarme la boca y (en estilo de notario) digo:
1° que los primeros  capítulos en los cuales dices indistintamente al hablar del genio en general «Shakespeare,  Homero, Verlaine,  Víctor Hugo, etc.», le parecieron  de perlas: 
2° que la publicación que haces de las cartas que te ha escrito desde el hospital  le ha gustado: 
3° pero que el capítulo de las anécdotas  privadas, le ha puesto de mal humor… ¿por qué?... ya lo verás… Dices tú al comentar una frase erótica suya: "estas palabras pronunciadas por labios marchitos de sesenta años, suenan  de un modo macabro en mis oídos" y él exclama al oír tus líneas "¡Verdaderamente ese Carrillo está loco!... ¿Yo sesenta  años?... No... debe de estar chiflado... De hoy en adelante no volveremos  a ser amigos.

Adiós querido.  Tuyo siempre-. Alex  Sawa".

Empero, a mi regreso a París fuimos de nuevo amigos o, mejor dicho, seguimos siéndolo, pues a decir verdad, los rencores el autor de Sagesse no duraban  nunca sino "el espacio de un ajenjo" como solía decir él mismo.
En el año 1893 la vecindad llegó a convertir nuestras relaciones en una verdadera e íntima amistad. El vivía entonces en el hotel de Lisboa, en la rue de Vaugirard y yo en el hotel de Médicis en la rue Monsieur-le-Prince. Cuando alguien llamaba a mi puerta a las cinco de la madrugada ya se sabía, era Verlaine.
--¿A dónde va usted? --le preguntaba yo.
Y él me respondía invariablemente: --Al café...
Los que al encontrarle algo más temprano o algo más tarde le hubieran hecho la misma pregunta  habrían recibido una respuesta idéntica. "Verlaine --dice Louis Le Cardonnel- no conoce sino el camino del café".
A veces sin embargo, su ruta iba hasta el puente San Miguel en donde vivía en aquella época su buen editor Vanier.
Recuerdo que una mañana de invierno al pasar frente al cabaret del Sol de Oro, oí que alguien me llamaba. Era Verlaine, que tenía un papel en la mano y que me decía en alta voz:
--He aquí mi último soneto... es necesario llevárselo a Vanier para que me dé cinco francos...pero yo no puedo ir... no... no puedo ir... tengo aquí una taza de café y antes de marcharme es necesario que la pague... Vanier es un lagarto que no quiere darme un céntimo mientras no le lleve algo escrito...
Y luego me contó, detalladamente, la historia editorial de sus libros:
--Mis únicos versos que han sido escritos con cuidado, con tranquilidad y con tiempo --me dijo - son las estrofas de Sagesse: desde la primera hasta la última fueron compuestas en la cárcel.”

Enrique Gómez Carrillo. La vida parisiense. Biblioteca Ayacucho.

miércoles, 11 de mayo de 2016

ALLÁ EN LAS INDIAS




SOBRE CHOLULA
 


“Pasemos ya adelante y digamos que aquestas fueron las grandes crueldades que escribe y nunca acaba de decir el obispo de Chiapa, fray Bartolomé de las Casas, porque afirma que sin causa ninguna, sino por nuestro pasatiempo y porque se nos antojó se hizo aquel castigo, y aun dícelo de arte en su libro a quien no lo vio ni lo sabe, que les hará creer ques ansí aquello e otras crueldades que escribe, siendo todo al revés, que no pasó como lo escribe. Miren los religiosos de la orden de señor Santo Domingo lo que leen en el libro en lo que ha escrito, y hallarán ser muy contrario lo uno de los otro. Y también quiero decir que unos buenos religiosos franciscos, que fueron los primeros frailes que su Su Majestad envió a esta Nueva España, después de ganado Méjico, según adelante diré, fueron a Cholula para saber e inquirir cómo y de qué manera pasó aquel castigo, y por qué causa, e la pesquisa que hicieron fue con los mesmos papas e viejos de aquella ciudad, y después de bien informados dellos mismos, hallaron ser ni más ni menos que en esta relación escribo, y no como lo dice el obispo.”


Bernal Díaz del Castillo. 
Historia verdadera de la conquista...

domingo, 8 de mayo de 2016

OBITER DICTUM






«Me contentaría, durante el año que va a venir, que la Ciencia, en lugar de avanzar retrocediera, que los pobres pudieran comer un poco más, que sin perjuicio de la buena marcha de los intereses públicos un número de ladrones discreto quedara amortizado, que hubiera paz en el mundo y buenas cosechas en todas partes y que el standard de la estupidez y de la frivolidad humana no fluctuara excesivamente. No creo que lo que pido sea mucho pedir en las circunstancias presentes. Mi programa es de una modestia tan grande, que sospecho que no pueda ser aceptado ni por las personas más prudentes. Y, sin embargo, tengo la vaga idea que ni yo mismo creo en mi programa, sobre todo en su parte más general. La ciencia continuará avanzando, la corrección retrocediendo, la estupidez fluctuará mucho más de lo debido… Y ya verán ustedes como este verano, cuando la gente se vista de claro, oiremos decir, una y otra vez en las terrazas de los cafés, hablando de esta época apocalíptica:

—¿Pues qué? ¿Qué me dicen ustedes del interés apasionante que tiene nuestra época? Es una auténtica maravilla…»

Josep Pla.

viernes, 6 de mayo de 2016

OBITER DICTUM





EN TRANVÍA


“Por diez céntimos se puede él trasladar cómodamente de un punto a otro, en el coche de mejor movimiento que existe, que es el tranvía; el tranvía, del cual se dicen pestes, pero que es una cosa excelente, muy práctica, muy barata, muy superior al parisiense ómnibus, con su peligrosa y glacial impériale. Con el tranvía, las ventajas del coche son accesibles a todas las clases sociales; no hay cansancio, no hay distancias, no hay frío; es en verano el mejor abanico, en invierno una garita protectora, y es además, para el pobre, un Casino, una Bolsa donde se entera del alza y baja, recoge noticias, galantea, charla, dice y oye donaires, hace política y hasta implora caridad. En el tranvía las cocineras y criadas de servir se informan de las casas, comentan los precios de los víveres, inician o desenredan intrigas amorosas; las modistillas se citan con los horteras, las chulas se mofan de los señoritos, los rateros hacen su agosto, los empleadillos fraternizan con sus jefes, y las Siervas de María y las Hermanas de la Caridad se codean con los Tenorios callejeros y los perdonavidas, sin que ni ellas se espanten, ni ellos se propasen y desvergüencen. En el tranvía se recoge limosna, se deslizan cartas, se leen y se comentan periódicos, se regalan fl , se hacen amistades, se contrata verbalmente, se disputa, se curiosea, se ríe y se goza con la bulliciosa expansión y la intemperante franqueza propias de nuestro humor y de nuestra tradición democrática jamás desmentida.”


Emilia Pardo Bazán.

lunes, 2 de mayo de 2016

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





XXXIII
O furum optime balneariorum,
Vibenni pater, et cinaede fili
(nam dextra pater inquinatiore,
culo filius est uoraciore):
cur non exilium malasque in oras
itis, quandoquidem patris rapinae
notae sunt populo, et natis pilosas,
fili, non potes asse uenditare?


Catulo

domingo, 1 de mayo de 2016

OBITER DICTUM







       “Si se necesita un grupo numeroso lo bastante fuerte para imponer a todos los demás sus criterios sobre los valores de la vida, no lo formarán jamás los de gustos altamente diferenciados y desarrollados; sólo quienes constituyen la «masa», en el sentido peyorativo de este término, los menos originales e independientes, podrán arrojar el peso de su número en favor de sus ideales particulares.


Friedich A. Hayek