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domingo, 11 de enero de 2015

ALLÁ EN LAS INDIAS






DE LA BORRACHERA TAN FAMILIAR A LOS INDIOS


        Entre todas las enfermedades de los indios, en cuya cura debe vigilar el gobernante cristiano, ninguna hay más extendida ni más perniciosa ni más difícil de sanar que la ebriedad. Los que conocen bien las cosas del Nuevo Mundo afirman que no se puede adelantar nada en la religión, ni en ninguna institución política, si no se extirpa de los indios este mal tan arraigado.
        Es digno de admiración que en tantas naciones como se han hallado en el Nuevo Mundo, no teniendo ninguna conocimiento ni uso del vino, sea tan general el uso de la embriaguez, hasta el punto que es cosa de milagro no lleguen a despreciar y odiar la sobriedad, lo que se refiere del Tucumán, no sé si con verdad. Un solo vicio es la embriaguez y, sin embargo, es increíble de qué maneras tan varias y tan exquisitas se procura. Es notorio que de arroz se hacen los etíopes sus bebidas embriagantes, y los chinos de un jugo que exprimen y cuecen; nuestros indígenas de su maíz mascado sacan el mosto que después lo mezclan con agua y lo cuecen; otros usan maíz podrido y de ahí sacan la que llaman sora, que es más potente que cualquier vino de uvas. Algunos hacen sus vinos de ciertos ramos cortados de los árboles, otros de zumos que exprimen de palmitos y es de gran eficacia para embriagar, el cual lo conocieron los antiguos, como escribe Crisóstomo. Algunos esclavos de las islas mezclan el jugo de azúcar con ciertas hierbas, de donde sacan una bebida bravísima que ellos llaman guarapo. Mas ¿para qué referir todas las especies de embriaguez? La fuerza que la naturaleza escondió en sola la vid, las malas artes del hombre la han extendido a cosas innumerables, mas ni esto es nuevo ni exclusivo de nuestros bárbaros.


José de Acosta. Historia natural y moral de las Indias.