EGO TE ABSOLVO A PECCATIS TUIS...
«Me parece verosímil pensar que cada uno, de los que estamos ahora sentados en este banquillo de los acusados tenia un extraño desdoblamiento de conciencia, una fe incompleta en su tarea contrarrevolucionaria. No digo que no existiera esta conciencia, sino que estaba incompleta. De ahí esa especie de semiparálisis de la voluntad, esa lentitud de reflejos. Me parece que somos unas personas cuyos reflejos son hasta cierto punto lentos. Esto no proviene de la ausencia de ideas consecuentes, sino de la grandeza objetiva de la edificación socialista. La contradicción entre la aceleración de nuestra degeneración y esa lentitud de reflejos traduce la situación del contrarrevolucionario, o, con más precisión, del contrarrevolucionario que se desenvuelve en el marco de la edificación socialista en progreso. Se crea entonces una doble psicología. Cada uno de nosotros puede comprobarlo en su fuero interno, pero no quiero entregarme aquí a profundos análisis psicológicos.
A veces, yo mismo me entusiasmaba al glorificar en mis escritos la edificación del socialismo; pero poco después cambiaba de actitud debido a mis acciones prácticas de carácter criminal. Se formó en mí lo que, en la filosofía de Hegel, se llama una conciencia desgraciada. Esta conciencia desgraciada difería de la conciencia ordinaria porque era al mismo tiempo una conciencia criminal.
Lo que constituye el poder del Estado proletario no es solamente el haber aplastado a las bandas contrarrevolucionarias, sino también el haber descompuesto interiormente a sus enemigos, el haber desorganizado su voluntad. Esto no ocurre en ningún otro sitio, y no podría existir en ningún país capitalista.
Me parece que, cuando empiezan a manifestarse dudas y vacilaciones en ciertos sectores intelectuales de Occidente y América, a propósito de los procesos que han tenido lugar en la U.R.S.S., es debido, en primer lugar, a que estas personas no tienen en cuenta una diferencia radical: en nuestro país, el adversario, el enemigo, posee al mismo tiempo esa doble conciencia, esa conciencia desdoblada. Y me parece que esto es lo que hay que comprender ante todo.
Si me permito detenerme en estos problemas, es a causa de que yo tenía en el extranjero considerables relaciones entre calificados intelectuales, principalmente con científicos. Y debo explicarles lo que cada pionero sabe en nuestro país, en la URSS.
A menudo se justifica el arrepentimiento mediante toda una serie de cosas absurdas como, por ejemplo, el polvo del Tíbet, etcétera. En mi caso particular, diré que en la cárcel donde permanecí casi un año, trabajé, estuve ocupado, conservé la lucidez de espíritu. He aquí el mentís práctico a todas las tonterías, a todos los chismes contrarrevolucionarios.
Se habla asimismo de hipnosis. Pero en este proceso he asumido mi defensa jurídica, me he orientado sobre el terreno y he polemizado con el Fiscal. Y cualquier persona, aunque no tenga mucha experiencia en las diferentes especialidades de la medicina, tendrá que reconocer que no ha existido hipnosis.
A menudo se explica el arrepentimiento por un estado de espíritu a lo Dostoievski, por las cualidades físicas del alma (el «alma eslava»). Esto es cierto, por ejemplo, para personajes como Aliocha Karamazov, para los personajes de novelas tales como el Idiota y otros tipos de Dostoievski. Ellos están dispuestos a exclamar en público: «Pegadme, ortodoxos, soy un criminal».
Pero, no es ésta la cuestión. En nuestro país, el «alma eslava» y la psicología de los héroes de Dostoievski son cosas extinguidas desde hace tiempo: pertenecen al pluscuamperfecto. Estos tipos ya no existen en nuestro país, como no sea en los patios de las casas provincianas, ¡o quizá ni ahí! En cambio, esta psicología subsiste en Europa occidental.»
Nikolái Bujarin.
Ultima declaración durante el Juicio de los 21 antes de ser fusilado.