Lezama, Buda asmático,
ocupaba un sillón ceremonial, y yo, recordando su intención de conversar
conmigo, me senté a su lado en una silla baja. El se inclinó con esfuerzo,
lanzando bocanadas de humo.
—Y usted —dijo—, ¿se ha
dado cuenta de lo que pasa aquí? —Sí, Lezama —le contesté.
—¿Pero se ha dado cuenta
—insistió— de que nos morimos de hambre?
—¡Sí, Lezama! ¡Me he dado
cuenta!
Jorge Edwards