EL DESTERRADO
Cuando
éramos niños,
y los
padres
nos
negaban diez centavos de fulgor,
a
nosotros
nos
gustaba desterrarnos a los parques,
para
que viéramos que hacíamos falta,
y
caminaran tras su corazón
hasta
volverse mas humildes y pequeños que nosotros.
Entonces
era hermoso regresar!
Pero un
día
parten
de verdad los barcos de juguete,
cruzamos
corredores, vergüenzas, años;
y son
las tres de la tarde
y el
sol no calienta la miseria.
Un
impresor misterioso
pone la
palabra tristeza
en la
primera plana de todos los periódicos.
Ay, un
día caminando comprendemos
que
estamos en una cárcel de muros que se alejan...
Y es
imposible regresar.