EL DEAN Y LOS CERDOS
«Mayor importancia tuvo en relación con la formación de Miguel, en aquellos primeros años de su vida, que el Deán, compensando sus excesos con rasgos de verdadero benefactor de la sociedad cordobesa, amparase a los niños abandonados, a los expósitos, que recién nacidos eran dejados a su suerte en el Patio de los Naranjos; un hermoso rincón cordobés, sin duda, pero no el más adecuado para que aquellos desventurados pudieran sobrevivir. Y la amenaza era cierta, dado que se les dejaba a la intemperie. Y como el cuidado era nulo, ocurrió que como entonces a los cerdos se les dejaba ir libremente por calles y plazas, varios de ellos franquearon el acceso al Patio de los Naranjos y devoraron a tres de aquellos pobres pequeñuelos, tan abandonados a su negra suerte. El suceso conmovió a la ciudad y el propio Deán tomó a su cargo desde entonces el sostenimiento de la fundación que los acogiera, criara y educara.»
Manuel Fernández Álvarez.
Cervantes visto por un historiador.
Editorial Espasa.