LA CIVILIZACIÓN EN ALEMANIA
“He tenido el atrevimiento de decirle a
un alemán que lo que yo echo de menos en Alemania es un poco de civilización.
El alemán se quedó estupefacto. Me habló de la pólvora y de la imprenta que son
dos invenciones alemanas; del ejército y, de la filosofía, de las universidades
y de los dreadnaughts y de otra porción de cosas.
—Mein Herr, le dije entonces-, todo eso
no tiene nada que ver con la civilización en el sentido que yo le doy .a esta
palabra. Yo entiendo por civilización el arte de conversar, de hacer un «menú»,
de entrar en un salón, de ofrecer unas flores ó unos cigarros, de hacerse la
corbata, de oír una ópera. Ustedes saben
mucha filosofía, yo no lo niego, pero carecen ustedes de civilización.
Mi interlocutor lanzó una gran carcajada.
Era su manera de sonreír. Yo seguí con
mi tema:
--Las civilizaciones son una cosa muy
lenta. Así como un hombre no es verdaderamente mundano y no alcanza una perfecta distinción, mientras no
envejece un poco y no adquiere un
aire algo cansado y algo escéptico, un
pueblo tampoco puede ser perfectamente civilizado en su juventud. Ustedes tienen el poderío, pero la
civilización está hacia el Sur. Esos franceses, por ejemplo, son mucho más
civilizados que ustedes. Poseen el arte de vivir bien. Su música, su filosofía,
todo es ligero. Valen mucho más la música y la filosofía de ustedes, pero no
son tan agradables ni tan civilizadas. Las francesas, por su parte, carecen de
esta asombrosa fertilidad que poseen .las alemanas, pero eso no demuestra mas
que el exquisito refinamiento de su
civilización.
--Es que también aquí encontrará usted
mujeres muy civilizadas --me dijo el alemán.
--Permítame usted dudarlo. Esas mujeres serán como una perdiz que me
sirvieron el otro día en el restaurant. La corrupción de una perdiz, como la de
una mujer, debe ser exquisita para que no sea repugnante. Mi perdiz infestó
toda la sala. Yo no pude comerla y tuve que solicitar una ración de salchichas.
Las honradas salchichas y las mujeres sin civilización son todavía lo mejor que
uno puede encontrar en Alemania. Sí,
Mein Herr. Es inútil que algunas mujeres alemanas se le ofrezcan a uno como un
plato bien faisandén y que ustedes se recorten los bigotes y que tengan en sus casas ascensor y cuarto de baño y que le
echen azúcar a la ensalada. Todo eso no es civilización. Ustedes le dan á uno .sombrerazos que trazan en el aire
una curva de metro y medio y se creen ustedes que no se puede ser
más atento. Pues se puede ser
mucho más atento sin quitarse siquiera el sombrero de la cabeza. La
civilización es una cosa de sentimiento. Es el sentimiento lo que se va
educando en los pueblos a través de los siglos. Se puede tener, mucho dinero y
una gran cultura y ser completamente un bárbaro.
En fin --añadí-. Aquí me tiene usted a
mí.
Yo no sé nada de filosofía, ignoro el
cálculo integral y, sin embargo, soy un hombre civilizado. Y me gustan los
toros --esa fiesta cruel y sanguinaria
--y soy un hombre civilizado. No tengo cañones ni ametralladoras, ni siquiera una
pistola automática, y, a pesar de eso, no se me puede poner .en duda mi civilización. En el Sur
de Europa hay muchísimas gentes que no
saben leer ni escribir, pero que tienen el sentimiento civilizado. Ustedes,
en cambio, han civilizado su cabeza y sus músculos, pero no sus
sentimientos, ni siquiera su paladar.”