“Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo
veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir, como un pecado) me
resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones
prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar
al vacío y otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más
satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera que sean
los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que
Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo
elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a
considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi
familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de
realizarlo.”
Ryunosuke Akutagawa.