No estamos nunca concentrados en nosotros mismos, siempre
permanecemos más allá: el temor, el deseo, la esperanza nos empujan hacia lo
venidero y nos alejan de la consideración de los hechos actuales, para
llevarnos a reflexionar sobre lo que acontecerá, a veces hasta después de
nuestra vida.
Calamitosus est animus futuri anxius.