—¿Pero usted no sabe que aquí tenemos el último superviviente del combate de Trafalgar?
¡Oh, prodigioso hallazgo!
Al siguiente día en la Plaza de Pombo me presentó Escalante un viejecito muy simpático, de corta estatura, con levita y chistera anticuada; se apellidaba Galán y había sido grumete en el gigantesco navío . Los pormenores de la vida marinera en paz y en guerra que me contó aquel buen señor, no debo repetirlos ahora.