«Parece
que Roth vive a lo grande; la habitación del hotel —de una
apariencia tan europea como la del restaurante— ha de ser muy
costosa, al igual que el viaje que lo llevó hasta Siberia, el
Cáucaso y Crimea en busca de material para una crónica. Durante la
conversación que siguió a su lectura lo insté a que pusiera las
cartas sobre la mesa. Su opinión se puede resumir en una sola frase:
llegó a Rusia como bolchevique (casi) convencido y la deja como
realista. Como suele ocurrir, el país aparece siempre como
responsable del cambio de color ideológico de aquellos que llegan
aquí como políticos brillantes y de tintes rojizos (llevando la
bandera de una oposición «de izquierda» y de un optimismo
estúpido). Su rostro aparece recorrido por numerosas arrugas y tiene
el aspecto desagradable de un fisgón.»
Walter
Benjamin.