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sábado, 16 de julio de 2022

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





TRAS EL HELICÓPTERO

«La sección, o la mayor parte de la sección, estaba tendida contra la cuesta del cerro en forma de media luna, disparándole a la línea arbolada desde la que los vietcongs atacaban a los helicópteros que aterrizaban con el resto del batallón. La fila de árboles estaba aproximadamente a doscientos metros frente a nosotros, al otro lado de unos arrozales, y la zona de aterrizaje equidistante a nuestras espaldas. No recordaba cómo habíamos llegado al sitio donde estábamos. Sabía que habíamos saltado del helicóptero hacia el agua fangosa que nos llegaba a la cintura, que habíamos avanzado con las piernas pesadas y torpes mientras los proyectiles azotaban el aire por encima de nuestras cabezas; luego habíamos trepado la resbaladiza loma, mojados y fríos de la cintura hacia abajo, calientes y sudados de la cintura hacia arriba. Algunos de mis hombres se habían desorientado en la confusión del aterrizaje. Los veía, apoyados mientras se balanceaban torpemente por una acequia, en el  borde de un canal de irrigación. Les grité que se separaran pero no me oyeron. En el campo, frente a nosotros, oí que estallaban dos granadas de mortero. Detrás cayeron otras dos y estallaron con un desagradable crepitar. Bajé del terreno elevado y corrí por la acequia en dirección a los rezagados.»

Philip Caputo.
Un rumor de guerra.
Inédita Editores.