TRAS
EL HELICÓPTERO
«La sección, o la mayor parte de la sección, estaba tendida
contra la cuesta del cerro en forma de media luna, disparándole a la línea
arbolada desde la que los vietcongs atacaban a los helicópteros que aterrizaban
con el resto del batallón. La fila de árboles estaba aproximadamente a
doscientos metros frente a nosotros, al otro lado de unos arrozales, y la zona
de aterrizaje equidistante a nuestras espaldas. No recordaba cómo habíamos
llegado al sitio donde estábamos. Sabía que habíamos saltado del helicóptero
hacia el agua fangosa que nos llegaba a la cintura, que habíamos avanzado con
las piernas pesadas y torpes mientras los proyectiles azotaban el aire por
encima de nuestras cabezas; luego habíamos trepado la resbaladiza loma, mojados
y fríos de la cintura hacia abajo, calientes y sudados de la cintura hacia
arriba. Algunos de mis hombres se habían desorientado en la confusión del
aterrizaje. Los veía, apoyados mientras se balanceaban torpemente por una
acequia, en el borde de un canal de
irrigación. Les grité que se separaran pero no me oyeron. En el campo, frente a
nosotros, oí que estallaban dos granadas de mortero. Detrás cayeron otras dos y
estallaron con un desagradable crepitar. Bajé del terreno elevado y corrí por
la acequia en dirección a los rezagados.»
Philip
Caputo.
Un
rumor de guerra.
Inédita Editores.