XVIII
Los muros nada más.
Yace la vida inerte,
Sin vida, sin ruido,
Sin palabras crueles.
La luz lívida escapa
Y el cristal ya se afirma
Contra la noche incierta,
De arrebatadas lluvias.
Alzada resucita
Tal otra vez la casa;
Los tiempos son idénticos,
Distintas las miradas.
¿He cerrado la puerta?
El olvido me abre
Sus desnudas estancias
Grises, blancas, sin aire.
Pero nadie suspira.
Un llanto entre las manos
Sólo. Silencio; nada.
La oscuridad temblando.
Luis Cernuda