CONTRA LA LEY DEL OLVIDO
Sirviendo yo el cargo de
secretario en el real consejo de Castilla, donde había quince años que residía,
en fin del año pasado de 1543 me fue mandado por la majestad del Emperador Rey
nuestro señor, y por los Tierra del su consejo de las Indias, que fuese á las
provincias del Perú y Tierra-Firme á tomar cuenta á los oficiales de la
Hacienda real del cargo de sus oficinas y á traer los alcances que della
resultasen. Y así, me embarqué en la flota donde fue proveído por visorey del
Perú Blasco Nuñez Vela. Llegados allá, vi tantas revueltas y novedades en
aquella tierra, que me pareció cosa digna de ponerse por memoria, aunque, después
de escrito lo de mi tiempo, conoscí que no se podía bien entender si no se
declaraban algunos presupuestos, de donde aquello toma su origen; y así, de
grado en grado fui subiendo hasta hallarme en el descubremiento de la tierra;
porque van los negocios tan dependientes unos de otros, que por cualquiera que
falte no tienen los que se siguen la claridad necesaria; lo cual me compelió á
comenzar (como dicen) del huevo trojano. No pude en el Perú escribir
ordenadamente esta relacion (que no importara poco para su perfeción), porque
solo haberla allá comenzado me hubiera de poner en peligro de la vida con un
maestre de campo de Gonzalo Pizarro, que amenazaba de matar á cualquiera que
escribiese sus hechos, porque entendió que eran más dignos de la ley de olvido
(que los atenienses llamaban amnistía) que no de memoria ni perpetuidad.
Necesitóme á cesar allá en la escriptura, y á traer acá para acabarla los
memoriales y diarios que pude haber, por medio de los cuales escribí una
relación que no lleva la prolijidad y cumplimiento que requiere el nombre de
historia, aunque no va tan breve ni sumaria, que se pueda llamar comentarios,
mayormente yendo dividida por libros y capítulos, que es muy diferente de
aquella manera de escribir.
Agustín
de Zárate.
Historia
del descubrimiento y conquista del Perú.