CULTIVOS, REVOLUCIONES Y NATURALEZA
Los lugares ingratos y estériles, donde los productos no valen
el trabajo que exigen, deben quedar incultos o desiertos, o solamente poblados
de salvajes; los lugares donde el trabajo de los hombres no dé exactamente más
que lo preciso, deben ser habitados por pueblos bárbaros: toda civilidad sería
imposible en ellos; los lugares en que el exceso del producto sobre el trabajo
es mediano, convienen a los pueblos libres; aquellos en que el terreno, abundante
y fértil, rinde mucho producto con poco trabajo, exigen ser gobernados
monárquicamente, a fin de que el lujo del príncipe consuma el exceso de lo que
es superfluo a los súbditos; porque más vale que este exceso sea absorbido por el
gobierno que disipado por los particulares. Hay excepciones, ya lo sé; pero
estas mismas excepciones confirman la regla, porque producen, antes o después,
revoluciones, que llevan la cuestión otra vez al orden de la Naturaleza.
Jean Jacques Rousseau.
Contrato Social.
Espasa-Calpe.