«Presentes los famosos y
los poderosos, en la autobiografía de Chaplin están ausentes gente como Buster Keatón,
que estuvo con él en Candilejas (por cierto la secuencia del dúo Keatón-Chaplin,
maestros del music hall, en que el viejo Buster se hizo culpable por su
excelencia, fue reducida al mínimo para que el segundo brillara más que el
maestro), ni Harry Langdon, ni Groucho Marx o al menos Harpo que también se
negaba a hablar ni a Laurel (que vino con él a América y juntos fueron a
Hollywood) ni a Hardy. Su memoria se hizo tan renuente como cuando olvidó que
Raquel Meller cantaba cuplés. Pero el olvido mayor ocurre cuando no recuerda
para nada a su fotógrafo de 35 años, el leal Rollie Totheroh, que lo acompaño
hasta Candilejas.»
Guillermo
Cabrera Infante