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lunes, 2 de abril de 2018

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





ARROGANTE, ESCÉPTICO Y FASCINANTE

En muy raras ocasiones surge entre nosotros un individuo cuyas virtudes sean tan manifiestas para todos, un ser humano con tal empatía hacia sus congéneres de la más variada condición, un sujeto con tanta capacidad para subordinar el amor propio a las necesidades ajenas, para acomodar su vida a la armonía de la comunidad circundante, que cuantos llegan a tratarlo le profesan amor y veneración sin límites. Dalton Trumbo no era esa clase de persona. A nadie que yo haya conocido se le puede aplicar con más justicia el adjetivo «fascinante», aunque un término de significado casi opuesto como «irritante» cuadrara igualmente en la descripción. Otro tanto sucede con un largo repertorio de epítetos que incluiría los siguientes: sabio, divertido, avaro, generoso, sarcástico, solícito, vanidoso, implacable, sinuoso, tierno, pugnaz, altruista, profético, infatigable, miope y soberbiamente lúcido. De costumbres irrevocablemente caseras, a Trumbo le gustaba escribir en la bañera con la pluma en una mano y un cigarrillo en la otra. Su distracción favorita era la polémica, actividad que ejercía mediante una voluminosa correspondencia con amigos y extraños o en épicas conversaciones donde sus contertulios, cuando Trumbo se lanzaba, perdían la noción del tiempo tanto como él. Tengo para mí que hay dos grandes variedades del temperamento humano: la primera, que engloba a la inmensa mayoría sin excluir a muchos sujetos de enorme talento o inteligencia, comprende a quienes tienden a aceptar la realidad tal cual es, observan las reglas establecidas y se someten a la opinión autorizada, sobre todo en campos ajenos a su especialidad o interés; la segunda, exigua en comparación pese a contener una buena cáfila de bellacos, genios, majaderos y enredadores, incluye a los intrínseca y (a menudo) arrogantemente escépticos, a los que desechan las sólidas credenciales del experto y se empeñan en probar cada aseveración por sí mismos sin importarles cuán limitados puedan ser sus atributos para ello. Trumbo pertenecía incuestionablemente al segundo grupo.

Ring Lardner Jr.
Me odiaría cada mañana.

Ediciones Barataria.