EL VINO Y PLATÓN
“Prohíbe Platón
el vino a los adolescentes antes de los dieciocho años, y emborracharse antes
de los cuarenta, mas a los que pasaron esta edad los absuelve y consiente el
que en sus festines Dionisio predomine ampliamente, pues es el dios que
devuelve la alegría a los hombres y la juventud a los ancianos; el que
dulcifica y modera las pasiones del alma, de la propia suerte que el hierro se
ablanda por medio del fuego. El mismo filósofo en sus Leyes encuentra útiles
las reuniones en que se bebe, siempre que en ellas haya un jefe para
gobernarlas y poner orden, puesto que, a su juicio, dice, la borrachera es una
buena y segura prueba de la naturaleza de cada uno, al propio tiempo que
comunica a las personas de cierta edad el ánimo suficiente para regocijarse con
la música y con la danza, cosas gratas de que la vejez no se atreve a disfrutar
estando en completa lucidez. Dice además Platón que el vino comunica al alma la
templanza y la salud al cuerpo, pero encuentra, sin embargo, en su uso las
siguientes restricciones, tomadas en parte a los cartagineses: que se beba la
menor cantidad posible cuando se tome parte en alguna expedición guerrera, y
que los magistrados y jueces se abstengan de él cuando se encuentren en el
ejercicio de sus funciones, o se hallen ocupados en el despacho de los negocios
públicos; añade además que no se emplee el día en beber, pues el tiempo debe
llenarse con ocupaciones de cada uno, ni tampoco la noche que se destine a
engendrar los hijos.”
Michel de Montaigne. Ensayos.