ENTRE
CIÉNAGAS
“Como los que iban delante con las guías
abriendo el camino me enviaron a decir que andaban desatinados, que no sabían dónde
estaban, hice parar la gente, y pasé yo a pie adelante, hasta llegar a ellos; y
como vi el desatino que tenían, hice volver la gente atrás a una cienaguilla
que habíamos pasado, adonde por causa del agua había alguna poca de yerba que
comiesen los caballos, que había dos días que no la comían ni otra cosa, y allí
estuvimos aquella noche con harto trabajo de hambre, y poníanoslo mayor la poca
esperanza que teníamos de acertar a poblado: tanto, que la gente estaba casi
fuera de toda esperanza, y más muertos que vivos. Hice sacar una aguja de
marear que traía conmigo, por donde muchas veces me guiaba, aunque nunca nos habíamos
visto en tan extrema necesidad como esta; y por ella, acordándome del paraje en
que habían señalado los indios que estaba el pueblo ,hallé por cuenta que
corriendo al nordeste desde allí donde estábamos salíamos a dar al pueblo y muy
cerca de él, y mandé a los que iban delante abriendo el camino que Ilevasen
aquel aguja consigo y siguiesen aquel rumbo, sin se apartar de él, y así lo
hicieron; y quiso Nuestro Señor que salieron tan ciertos, que a hora de vísperas
fueron a dar medio a medio de unas casas de sus ídolos, que estaban en medio
del pueblo, de que toda la gente hubo tanta alegría, que casi desatinados
corrieron todos al pueblo, y no mirando una gran ciénaga que estaba antes que
en él entrasen, se sumieron en ella muchos caballos, que algunos dellos no salieron
hasta otro día, aunque quiso Dios que ninguno peligró; y los que veníamos atrás
desecamos la ciénaga por otra parte, aunque no se pasó sin harto trabajo.
Hernán
Cortés.
Cartas de relación.
Cartas de relación.