«La guerra marca a los hombres para toda la vida. Se olvidan las mujeres, el dinero, la felicidad, y, en cambio, no se olvida nunca la guerra. La guerra lo echa todo a perder, incluso la alegría que vendrá con la victoria. La risa de los hombres que han vivido la guerra tiene algo de desesperada. Por mucho que se diga que ahora conviene aprovecharse de él, el mecanismo ha funcionado excesivamente y está averiado. La risa tiene ya tan poco valor como las lágrimas.»
Guy Sajer.