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miércoles, 2 de julio de 2025

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




PLOMO Y FUEGO


«Aquel miliciano español, nuestro soldado elemental de una guerra disparatada, mandado por jefes y oficiales españoles profesionales y de milicias, ni siquiera recibía promesas de bandas, de premios ni de cruces; no se le excitaba con el retintín de las charangas, con arengas altisonantes, ni con desfiles pomposos, y solemnes… El sólo sabía del plomo, del fuego, de los muros que se derrumban, de las tierras que se revuelven, de los raíles retorcidos y erguidos hacia el cielo tras los bombardeos, del dolor, de la angustia, del lodo, del hambre, de la ansiedad por la suerte de la mujer y los hijos dejados atrás, en un sótano…; y al fin de la jornada, con los músculos relajados y los nervios tensos porque el peligro continuaba acechando, se sentía con la conciencia tranquila al haber podido conservar su puesto de combate; luego, la emoción por la ausencia definitiva del compañero caído, y la rutina del rancho miserable y frío, que se extrae, cuando se tiene, del fondo del macuto, del agua sucia que hay que ir a beber del balde oculto en un recodo de la trinchera…; y la noche en que se dormita, mientras otros velan y el cañón o el mortero no dejan de tronar.»


Vicente Rojo.

Así fue la defensa de Madrid.

Ediciones Era.