VOLUNTARIOS INVOLUNTARIOS
«En un momento de peligro, el coronel Ardid dispone que doscientos hombres vayan a cavar trincheras en un lugar por donde se teme una acometida inmediata. No hay los doscientos hombres. Los improvisados oficiales de ingenieros salen del ministerio de la Guerra con los camiones vacíos. No llevan en ellos más que los picos, palas y azadones necesarios para la obra. Cada camión se coloca ante una boca del Metro, los oficiales al pie con la pistola en la mano. Llega un tren y van saliendo incautamente los viajeros, a los que, sin explicaciones, se obliga, de grado o por fuerza a subir al camión. Claman al cielo las protestas:
—¡Yo soy empleado de…!
—Al camión.
—¡Yo soy afiliado al…!
—Al camión.
—¡Yo soy hijo de…!
—Al camión.
—¡Yo soy antifascista!
—Antifascistas son los que hacen falta. ¡Al camión!
Parten los camiones con sus doscientos hombres aterrorizados y llegan hasta las avanzadas.
—Dadles coñac y a trabajar de firme. Mientras más pronto terminen más pronto volverán a sus casas.»
Manuel Chaves Nogales.
La defensa de Madrid.
Espuela de Plata.