«Ayer disfruté de mi última puesta de sol. El anochecer llenó mis ojos de estrellas, luciérnagas y murciélagos. Un gato negro cruzó furtivamente el jardin en busca de presas. Me imagino que era un bakeneko que, por curiosidad, y acaso por otros encuentros olvidados, vino a cruzar su mirada, o sus miradas, conmigo, por última vez. Hoy, sin embargo, ha amanecido nublado y la cima del Fuji apenas se distingue allá lejos en el horizonte. Hoy me dormiré para siempre pero no gozaré de la sorpresa de los sueños. Ahora tomaré el veronal entre mis manos. Venceré a mi sufrimiento.»
Ryunosuke Akutagawa.