Mi lista de blogs

lunes, 5 de junio de 2023

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 

BLANCA NAVIDAD


«Entré en una pequeña Gasthof y me desprendí de la mochila. Era el único cliente. Las guapas hijas del hostelero, de edades comprendidas entre tres y quince años, estaban subidas en sillas y ayudaban a su padre a decorar un árbol navideño: colgaban bolas, tendían oropel, fijaban velas en las ramas y una espléndida estrella en la punta. Solicitaron mi ayuda, y cuando casi habíamos terminado, el padre, un hombre alto y que parecía muy considerado, descorchó una delgada botella de vino procedente del viñedo Rüdesheim, al otro lado del río. Bebimos juntos y casi habíamos apurado una segunda botella cuando dimos los últimos toques al árbol navideño. Entonces la familia lo rodeó y se pusieron a cantar. La única luz era la de las velas, y los semblantes de las niñas iluminados por las pequeñas llamas, así como sus hermosas y claras voces, convirtieron en memorable la solemne y encantadora ceremonia. No dejó de sorprenderme que no cantaran Stille Nacht , que con tanta frecuencia había oído en los últimos días, pero esa canción es un himno luterano, y creo que los habitantes de aquella ribera del Rin eran mayoritariamente católicos. Dos de los villancicos que cantaron han permanecido en mi memoria: O Du Heilige («Oh tú santo») y Es ist ein Ros entsprungen («Ha brotado una rosa»): ambos eran fascinantes, sobre todo el segundo, el cual, según me dijeron, era muy antiguo. Finalmente fui con ellos a la iglesia y pasé la noche en vela. En plena noche, cuando todos los habitantes de Bingen intercambiaban felicitaciones ante la iglesia, se puso a nevar pausadamente. A la mañana siguiente los miembros de la familia se abrazaron, se estrecharon las manos y se desearon unos a otros una feliz Navidad.»


Patrick Leigh Fermor.

El tiempo de los regalos.

Peninsula.