«Galicia es una tierra de sardinas y de políticos. Las sardinas nacen unas de otras, y los políticos también. Para ser un político gallego, lo primero que se necesita es ser pariente de otro político gallego. El hijo de un gran político gallego tiene, desde su nacimiento, categoría de ministro; el sobrino tiene categoría de subsecretario o de director general, y así sucesivamente. Y cuando uno no es hijo ni sobrino de ningún político gallego —cosa rara, dada la portentosa facultad de reproducción que caracteriza a esta región—, entonces tiene uno que hacerle el amor a una de sus hijas o a una de sus sobrinas. Huelga advertir que a los que emparentan por este procedimiento con los prohombres de la política se llama parientes políticos.»
JULIO CAMBA.